miércoles, 1 de julio de 2015

Administración de Restaurantes... de los cimientos al éxito

Amigos lectores: Luego de una selección bien exhautiva de los contenidos a abordar, he publicado mi libro "Administracion de Restaurantes. De los Cimientos al éxito", cuyo contenido comprende elementos esenciales que deben ser considerados desde la construcción del restaurante, incluyendo cada una de las áreas que la comprenden, hasta los instrumentos cuantitativos necesarios para el control y éxito del Restaurante. El libro está disponible en los Formatos   epub mobi, pdf, rtf, lrf, pdb, txt al módico precio de 4.99 USD. El sistema le permite descargar un ejemplo reducido del libro para que sea valorado por el lector y lo compre.

Pueden encontrarlo en:

 
Espero les sea de utilidad, y ayuden a promover esto que para mi es un sueño.


Comprar

miércoles, 20 de agosto de 2014

El proceso de comercialización de restaurantes. Realidades y retos

Todo proceso de comercialización, implica en sí los cuatros principios generales de la administración: planificar, organizar, dirigir y controlar. Cada uno, desde mi punto de vista, dependiente del otro; pues en la medida que se ponen en práctica los programas que se han concebido, podrán ir adaptándose a las nuevas necesidades y se introducirán cambios que afectarán en menor o mayor grado los conceptos iniciales. Eso sí, siempre enfocados en hacer cumplir los objetivos de la empresa. Es un ajiaco de disciplinas, que bien licuadas conducirán al éxito.

Para muchos, la actividad comercial radica solo en la acción de atraer clientes mediante la publicidad. Y no se equivocan, pero tampoco están en lo correcto. Ella es una de las variables que permite llegar a muchas más personas traspasando las fronteras del propio negocio; pero, para poder desarrollar cualquier tipo de campaña o acción de este tipo, se debe recorrer un largo camino.
 
En el caso particular de los restaurantes, este proceso sienta sus bases fundamentalmente en el diseño de una oferta que responda a ciertas necesidades manifiestas y a las que se fijan distintos precios, para luego definir los medios y formas de comunicación que se emplearán a fin de informar al cliente, motivarlo y atraerlo. De este modo me arriesgo a decir que aborda tres dimensiones psicológicas: la afectiva, cognitiva y conativa.
 
La dimensión afectiva porque genera ciertos efectos en el cliente en cuanto a sentimientos y emociones.
 
La dimensión cognitiva porque proporciona conocimientos sobre el producto, permitiendo comprender su contenido, identificar las ventajas y desventajas que su consumo puede producir y consecuentemente le permite establecer distintos criterios sobre el mismo, de forma tal que facilite su decisión de consumo.
 
Y la dimensión conativa está más asociada ya a las intenciones de compra, el comportamiento en la misma y la propia compra.
 
Pero estos efectos no se logran por si solos, ellos demandan de ciertas acciones primarias, que permitirán, posteriormente, decidir sobre dónde, para quién, cuándo, qué, cómo y por qué vía hacer llegar esa información al cliente.
 
¿Cuáles son?
 
La primera, es tener claro el concepto del restaurante. Para ello deben realizarse los estudios pertinentes de viabilidad, ciclo de vida de los productos que se ofertan, proyecciones de ventas y comportamiento de los costos; además de definir, en correspondencia con el público objetivo o mercado al que se orienta, la imagen que se mostrará y vivenciará el cliente.
 
Con igual importancia, se deben identificar cada uno de los procesos que tienen lugar en el restaurante, realizándo las correspondientes mejoras en la medida que son desarrollados, para de esta forma redactar los procedimientos e instrucciones por los que el personal (directo y de apoyo) se regirá y que de conjunto con un Sistema de Gestión y Control de la calidad permitirán estandarizar los servicios, así como conocer en ese contacto que se producirá de forma permanente a través de las distintas vías (encuestas de satisfacción, estudios de diferencias, atención y seguimientos a quejas) las expectativas de los clientes y el comportamiento del mercado en cuanto a tendencias y aspectos que acrecientan la competencia y hacen fijar la mirada de los clientes en ellos.
 
Se deben cuidar aquellos detalles que, en cierto modo, devienen también en valor añadido al producto principal, pero que en un primer momento se van a identificar como evidencias físicas tales como la decoración, el clima, el ambiente (ruidos, supresión de olores y vapores), baños, parqueo, vestíbulo y otros tantos.
 
En este aspecto, la definición del concepto, a partir de los estudios que se hagan, se van a ver reflejados en el agente comercial silencioso, pero a la vez más importante por el significado que tiene: El Menú, que comprende las etapas de conceptualización, operaciones, declive y transición. Así mismo va a proveer de toda la información necesaria al cliente sobre la composición de cada una de las ofertas y va a constituir una de las más poderosas herramientas de ventas. Para ello se deben considerar aspectos como el estético, los de oportunidad, las posibilidades de combinación, los técnicos y por supuesto los de marketing.
 
Como segunda de las acciones a realizar está la de detectar los potenciales clientes (nichos de mercados) y la forma de posicionarse de ellos fundamentado en la realización de estudios que permitan identificar las necesidades de los clientes y las diferencias entre cada uno de ellos (edades, poder adquisitivo, ubicación geográfica, etc.). Igualmente se debe estudiar a la competencia (tipos de ofertas, precios, valores que agregan a sus productos, entre otras).
 
En tercer lugar debe considerarse el cómo comunicar eficientemente lo que ofrecemos, partiendo de una estrategia que estará determinada por los objetivos que se pretenden alcanzar y la respuesta que se dará de conseguirse los mismos.
 
Pero para que ésta sea efectiva, empléese la vía que se emplee, se deberá, en términos de administración responder a una pregunta básica, y que para mí resulta fundamental: ¿disponemos de los recursos humanos, materiales y financieros para responder a un incremento de la demanda? Y aunque ya lo hemos abordado, juega un importante papel la clara definición del mercado al que se quiere dirigir, comprendiendo sus gustos y necesidades a partir de los estudios que previamente se han realizado.
Ciertamente muchos empresarios se lanzan al mercado y tienen éxito empleando diversas vías de publicidad (volantes, pasquines, cuñas radiales o spots de televisión), algunas de ellas con gran alcance, pero luego ese éxito se ve limitado por no poder dar respuesta a la demanda que el mismo generó.
Se debe prestar especial atención a la forma y las veces que se emitirá el mensaje, dado a que el receptor decodifica de diversas formas, muchas veces diferente a lo que inicialmente nos planteamos o creíamos que ocurriría, por lo que el cliente se vuelve selectivo o no toma en cuenta nuestro mensaje si se le antoja aburrido o repetitivo.
 
El proceso de atracción es otro de los factores a considerar y su principal enfoque va a estar signado por la percepción que el cliente tenga sobre nosotros y el grado de satisfacción de sus expectativas. Este proceso se debe apoyar fundamentalmente en la calidad de los servicios, y para conseguir que el cliente interprete que ellos son de calidad se deberán cuidar aspectos tan importantes como la higiene, la música, las habilidades técnicas e intelectuales los recursos humanos, entre otros.
 
Es algo natural que el cliente tienda a comparar los distintos establecimientos empleando como patrón el concepto que tiene sobre la calidad. Para ello, compara lo que se ofrece y cómo se ofrece. Sin dejar a un lado el hecho de ver realizadas sus recomendaciones o críticas, la ubicación y formas de acceso, el nivel de servicio ofrecido, el ambiente, la presentación de los platos, las temperaturas de las distintas ofertas y también las cantidades de las mismas.
 
En cuarto lugar se encuentran todas aquellas acciones encaminadas a la fidelización de los clientes que de conjunto con la calidad contribuirán a que esto ocurra.
 
Toda empresa debe trabajar por convertir a clientes ocasionales en repitentes y para ello las vías de comunicación deben ser directas. De algún modo encajan en ésta la marca del restaurante, los servicios pre y post consumo, los precios, la personalización, el acabado y presentación de las ofertas. Resulta altamente atrayente para un cliente el hecho de que sea reconocido dentro del recinto y la forma de mostrarlo es llamarlo por su nombre, saber qué es lo que les gusta y cómo.
 
Por último, y no menos importante está todo el proceso de retroalimentación que debe ocurrir cliente – empresa – cliente, tomando en consideración todas aquellas cuestiones a partir de los distintos programas que se han concebidos y que permitan identificar  qué es lo que ha influido en la selección del cliente y que ha motivado su insatisfacción, tanto el plano del servicio de forma general, como en otros aspectos a los que quizás no se les ha prestado atención por haberlos considerado secundarios. Tenga en cuenta que es el propio cliente quien, en muchas ocasiones, nos informa sobre lo que está ocurriendo dentro y fuera de la instalación y nos particulariza los aspectos positivos de la competencia.
 
¿Cómo medimos el efecto de todas las acciones encaminadas a la comercialización del restaurante?
 
Ciertamente, aunque desarrollemos planes estratégicos encaminados a la comercialización de nuestro restaurante y apliquemos con exactitud cada una de las acciones que consideramos necesarias para la satisfacción de nuestros clientes; estableciendo esos métodos de control que nos permitan verificar que se cumplen y seamos capaces de dar respuesta inmediata a los requerimientos de los clientes, se deben aplicar algunos principios para medir el impacto de nuestras acciones de comercialización y que estarán asociados directamente a los efectos psicológicos que anteriormente mencionamos.
 
Algunos de estos métodos son:
 
1. The Learning Hierarchy (Jerarquía Educativa): combina los tres efectos psicológicos mencionados y considera que el comprador genera cierta conciencia y conocimiento del producto o servicio y que puede formarse una opinión, sentimientos y deseos proporcionándole todos los elementos para el desarrollo de la compra.
 
2. The Dissonance – Attribution Hierarchy (Atribución de la disonancia): totalmente invertido al anterior. Este método considera primero que el cliente compra y luego se generan determinados sentimientos.
 
3. The Low – Involvement Hierarchy (Baja participación): plantea que el cliente inicialmente adquiere una conciencia sobre la existencia del producto en sí, lo compra y luego desarrolla cierta actitud en su mente. Ella es la que mejor predice el comportamiento del consumidor cuando no está interesado en el producto – servicio y busca más dar a conocer la marca que vender (los anuncios que se realizan pueden ser repetitivos, el cliente los ignora pero recuerda la marca).
 
Para que un plan de comercialización cumpla su cometido, pero, a la vez, para que el restaurante pueda interpretar correctamente su influencia dentro del sector en que se mueve y la propia sociedad, tomando en consideración el efecto que genera en clientes, proveedores y el propio personal que participa en el servicio, no deben dejarse de lado todos los estudios que sean posibles a aplicar, así como las acciones que sean recomendadas, no solo en el plano de ocupación y satisfacción, sino también en las propias políticas que como empresa deberán desarrollarse; políticas que estarán asociadas al efecto que en las distintas dimensiones tienen lugar.
 
Siempre he sido partidario de incorporar cinco dimensiones para el análisis de este aspecto. De hecho considero que son imprescindibles, pero muchas veces he visto como sólo los administradores se concentran en una. Estas dimensiones son:
 
1. Dimensión Ambiental (Conservación).
¿Qué impacto tienen nuestras acciones en el medio ambiente?
- Música.
- Iluminación.
- Cromatismo.
- Etc.
2. Dimensión Económica (Eficiencia).¿Cómo se comportan nuestros costos, gastos e ingresos?
- Comportamiento de las ventas.
- Comportamiento de los costos.
- Comportamiento de los gastos.
3. Dimensión Social (Equidad) .
¿Cómo son vistos nuestros servicios en la sociedad?
¿En qué grado nuestra marca u oferta son representadas en la pirámide de deseos de nuestros clientes?
- Imagen.
- Seguridad.
- Confianza.
- Respeto.
4. Dimensión Cultural (Identidad). ¿Cómo impactan o reflejan nuestros productos y/o servicios los valores y patrones culturales e históricos del país, región o comunidad?
- Identidad comunitaria.
- Identidad regional.
- Identidad nacional.
5. Dimensión Política - Institucional (Gobernabilidad). ¿Nuestras acciones permiten independizar nuestras decisiones?
¿Somos capaces de trazar políticas de desarrollo para nuestro restaurante, independientemente de la influencia de otros?
- Capacidad de adopción de decisiones.
- Adaptabilidad a los cambios y tendencias.
- Libertad de inversiones y desinversiones.
- Políticas de recursos humanos.
Cerrando el tema

 En este campo, la comercialización, son disimiles los aspectos a considerar. Se debe ser cuidadoso pero a la vez osado, se debe ser mesurado pero a la vez amplio. En fin es una actividad que requiere de agudeza porque se puede llegar a todos y no tener a ninguno.
 
Ah!, y por último, a veces lo que creemos que no es importante y de hecho lo obviamos, resulta que tiene cierto significado, es por eso que en esta actividad no solo basta con el dominio de las diversas técnicas, sino también con la habilidad de poder ver más allá y mucho más de lo que pueden ver otros.

martes, 19 de agosto de 2014

Determinación de la dotación de insumos en el restaurante

Tan importante como definir la oferta de alimentos y bebidas que el restaurante proveerá a sus clientes, es identificar las necesidades de insumos que responderán a la misma. Determinar cuantos cuchillos, tenedores, tazas, platos, cucharas, en fin, todos aquellos que intervienen, tanto en el proceso de elaboración como en la entrega final al cliente, deviene en un recurso imprescindible para la organización, ya sea en la etapa de inicio de las operaciones y durante la misma.

La responsabilidad de definir las cantidades y tipos necesarios recae en los responsables del servicio, no solo debe verse desde el ángulo del directivo, sino también que juega un papel importante el personal de contacto, el cual será el que mayor uso haga de los mismos y a quien se le confiará la custodia de éstos.
 
Por regla se dice que los insumos de servicios y de apoyo a éstos se determinan a partir de la identificación de la cantidad de comensales que la instalación sea capaz de asumir en un momento de carga total y por el menú que se ofrece, que también visionará las necesidades de  maquinarias y equipos para la producción y ofertas del servicio, permitiendo establecer políticas de compra y planificación de reposiciones de los mismos.
 
Pocas veces se habla de una metodología específica para este asunto. Generalmente se definen cantidades sin realizar estudios previos, teniendo en cuenta solamente la disponibilidad financiera para ello. Así mismo, tampoco se prevén cuestiones tan sencillas como la necesidad de reposición de un cubierto al caérsele al cliente, incorporar un comensal a una mesa que ha llegado de improviso, o sea, un sinnúmero de situaciones que exigen en un momento determinado disponer de una reserva para no afectar el servicio o descomponer la monta de otra mesa o para responder a una oportunidad de negocio que pueda surgir.
 
Se debe partir del principio de que cada instalación tiene sus características específicas, y por tanto deberá adaptar su cálculo atendiendo a las particularidades de cada una de ellas. También es importante, en opinión del autor, que aquellas instalaciones que posean valores de indicadores estadísticos de consumo, basados en un período de explotación representativo, podrán tenerlos en cuenta, siempre que la calidad de los servicios no se afecte y que los costos de explotación no aumenten.
 
Procedimientos para la determinación de la dotación de insumo inicial del restaurante:
1. Definir cantidad de plazas en el restaurante
2. Listar los insumos necesarios por áreas
3. Definir el nivel de dotación en:
      Plazas (Salón)
      Mesa
      Bar
      Panadería
      Cocina.
4. Fijar índices de consumo iniciales1.
Por ejemplo:
 
Para determinar la cantidad de cucharas para café necesarias en el salón, se procedería de la siguiente forma:
La dotación de este insumo es por plaza y se ha fijado una cantidad inicial de 3 unidades por plaza. Esto significa que, para un restaurante de 32 plazas, será necesario considerar una cantidad inicial de 3 x 32, o sea un total de 96 cucharás para café.
 
El administrador deberá ser capaz de identificar según el uso las cantidades necesarias por insumo, quiere esto decir que para aquellos que son de apoyo se fijarán valores decimales y para aquellos de amplios uso enteros, teniendo siempre presente la ocurrencia de un uso de la carga al 100 por ciento, la ocurrencia de roturas u otras situaciones que generen la reposición inmediata del mismo al cliente, así como el nivel de circulación de los mismo en el área.
 
Un ejemplo básico de esto es que para un salón serán necesarios 4 cuchillos de asado por plaza, no siendo así para el Bar en el que se necesitará 0.05. Esto viene dado porque en el salón estos cuchillos forman parte del servicio, sin ellos el cliente no podrá consumir el producto y en el bar este será necesario para ejecutar alguna acción, no necesariamente el cliente depende de ellos para el consumo.
Una vez determinadas las cantidades iniciales de los diferentes insumos se fijarán los por cientos de reposición anual (en tanto por uno) para cada uno de ellos, teniendo en cuenta cuestiones tales como deterioros, pérdidas de imagen, roturas, robos, etc. Este valor inicialmente debe ser a criterio del gestor de alimentos y bebidas y debe ser presupuestado, para ello estimará una vida útil del mismo. Con el tiempo, a partir de los indicadores estadísticos este valor podrá ser actualizado de acuerdo al comportamiento de los mismos.
 
Empleando el mismo ejemplo de la cuchara para café, a esta se le ha fijado un por ciento de reposición anual de 0.5 o sea de un 0.5 x 100 = 50%., por tanto para este bar de 32 plazas será necesario reponer anualmente 1.5 cucharas.
 
Una vez establecido este valor se obtiene la cantidad de insumos a reponer anualmente, tomando como base la cantidad inicial y su reposición anual.

 Quedando de la siguiente forma: 1.5 x 32 = 48
 
Cuando se calcula la dotación de insumos para la apertura del negocio y el primer año de explotación solo se calcularán los totales iniciales, para planificaciones futuras se tendrán en cuenta los indicadores restantes, siempre y cuando el número de plazas no varíe.
 
Ejemplo: la cuchara para café, tiene un nivel de dotación por plaza. Entonces su cantidad inicial es de 3 unidades por plaza. Esto significa que para un restaurante de 32 plazas, será necesario considerar una cantidad inicial de 3 x 32 = 96 cucharas para café. Este insumo tiene una reposición anual de 0.5, o sea de un 0.5 x 100 = 50%. Significa que anualmente se deben reponer en el restaurante de 32 plazas (debido a roturas o pérdidas de imagen del producto) una cantidad de bandejas de 3.2 x 0.5 = 1.5 cucharas. De esta forma la dotación inicial del producto será de 96 + 48 = 144 cucharas.
 
Para los insumos cuyo nivel de dotación no está dado por plazas, sino por bares, mesas u otros. En este caso el procedimiento de análisis es el mismo, con la única diferencia de que hay que multiplicar los indicadores por el número de bares o de mesas, etc.
 
De esta manera, la parte calculada de la tabla para el bar de 32 plazas quedaría de la siguiente forma:

Como se pudo observar en la tabla anterior, en la columna Repos, la mayoría de las cantidades a reponer anualmente son menores que la unidad. Esto significa que el insumo en cuestión, deberá reponerse en un período de tiempo mayor, lo cual da margen suficiente para elaborar los indicadores estadísticos y aplicarlos.
 
En otros casos no es así, lo que puede apreciarse la siguiente tabla. En ésta es evidente que la cantidad a reponer anualmente, que es la que se debe planificar, a partir del segundo año de explotación, es mucho mayor que la unidad en la mayoría de los casos.
 
Esta situación, como es lógico, está ligada a la fragilidad y durabilidad de los insumos.

La determinación de la cantidad de insumos deviene en factor importante para el desarrollo exitoso del servicio, razón que se traduce en mayor número clientes satisfechos y mayor ingreso, así como la disminución del tiempo de servicios y disponibilidad para atender a otros clientes.
 
* Los valores empleados en este artículo son de ejemplo. Las instalaciones lo podrán establecer de acuerdo a sus índices estadísticos de consumo o evaluando la usabilidad de los mismos en el local.

Qué pasa en el restaurante cuando el cliente paga?


Hace un par de años, publiqué en mi país, y es un honor para mí, el primer Manual de Consultas para el Cajero de restaurantes. No fue fácil enfrentarse a ese entorno, sobre todo cuando hay crisis, en el que se conjeturan malos hábitos. Yo siempre lo vi y lo sigo viendo como una oportunidad para poder dar a conocer la valía de las personas, que independientemente de sus necesidades respetan su profesión, y es por eso que he propuesto a la revista abordar esta temática, vista desde el ángulo de lo importante y útil que es este trabajo para poder lograr resultados y enfocando el contenido en todo lo que ocurre desde el mismo momento en que un cliente entra al restaurante y se produce el primer registro en un sistema de gestión hasta que paga su cuenta y cómo ello va a estar generando “contablemente” una serie de situaciones y como en materia de gestión tributa con información importante para la toma de decisiones.

El cajero

Para que en una entidad servicios, donde se realizan transacciones por diversos conceptos en un mismo momento, se pueda conocer con exactitud el comportamiento de las operaciones realizadas por sus empleados; así como para que exista un elemento mediador en las comprobaciones que al inicio o al final del día laboral se llevan a cabo, se establecen varios modelos que intervienen como mecanismo de control interno y constituyen de por si la prueba documental de cada acción realizada, formando parte del patrimonio (archivo) histórico de la empresa, a partir de que fueron posteados y registrados en un sistema de gestión, caja registradora o de forma manual por una persona: el cajero
Generalmente ocurre, que cuando se habla de un cajero, rápidamente las personas asocian a este profesional al mero hecho de manipular un medio de registro para realizar operaciones de cobros y devolución de dineros.
 
En este sentido, es bueno aclarar que las funciones de un cajero son muchas más que estas y que su desempeño dentro del restaurante viene a convertirse en un elemento imprescindible de concatenación entre las distintas áreas para que, de forma organizada, se puedan realizar todas las acciones de servicios necesarias, en función de que ese cobro pueda materializarse, así como tienen un alto impacto dentro de los resultados económicos y financieros de la organización.
 
El cajero de por si, además de realizar operaciones de tipo contable, facilita con su trabajo que la secuencia de operaciones en el servicio ocurran tal y como se han previsto; de igual manera está asentando en los históricos de la empresa la información necesaria para futuros análisis que pueden ser de tipo cuantitativa y cualitativa, con un fuerte predominio de las primeras, tributando con el registro de los diversos consumos la información necesaria para poder realizar estudios como:
  • Análisis de las preferencias de los clientes.
  • Desagregación de costos incurrido por concepto de alimentos y bebidas, permitiendo desagregar después los gastos generales y administrativos.
  • Calcular la demanda de servicio y duración del ciclo de servicio.
  • Descomponer las ventas realizadas y los resultados obtenidos por:
    • Turnos de trabajo .
    • Dependientes.
    • Segmentos de clientes.
    • Franjas horarias.
Asimismo, cada registro de las operaciones que genera el cajero en el punto de venta va a permitir contar con una fuente de información estadística al reflejar detalladamente la siguiente información:
  • Hora de inicio del servicio.
  • Sector, rango y mesa en que se realiza.
  • Persona que lo suministra.
  • Cantidad de pax por mesa.
  • Orden lógico de los consumos y cantidades solicitadas.
  • Devoluciones realizadas, frecuencia, tipo de productos, elaborador.
  • Hora de culminación del servicio.
  • Y tantas otras como se puedan obtener o sea de interés para la instalación
Pero también estos registros constituyen un elemento importante para el tratamiento de queja emitidas por los clientes y para determinar el origen de cualquier falla o desviación que pueda haber ocurrido, identificando la hora, la persona que dio el servicio, si coincide lo que plantea el cliente con lo que está reflejado, etc.
 
¿Qué pasa cuándo el cliente solicita un consumo?
 
Pues se generan una serie de actos que pueden ser clasificados como procesos internos, en el que se está enviando información, a través de un modelo, hacia las distintas áreas involucradas con el servicio solicitado. Generalmente las primeras implicadas son la Cocina y el Bar, pero a su vez se está enviando información al almacén y el departamento contable.
 
En este proceso de envío y recepción de información se produce un movimiento interno dentro de los valores de la empresa, tanto económicos y financieros, como materiales. Dentro del área contable comienzan a afectarse los costos y dentro del área de conservación y aprovisionamiento comienzan a afectarse los inventarios y a identificarse nuevas necesidades de abastecimientos.
 
¿Qué pasa cuándo el cliente consume el pedido?
 
Ya se han producido disminuciones en las existencias del restaurante. Las materias primas involucradas en la elaboración del plato o coctel tienen un coste y por tanto comienza a existir una deuda entre cliente – restaurante, la cual puede ser saldada en el momento o pueden necesitarse días para hacerla efectiva, o no ser saldada.
 
Una vez que el cliente realiza el consumo se produce el acto de cierre, entonces ¿Qué pasa cuándo el cliente solicita la cuenta?
 
Pues se produce otro gran movimiento dentro de las operaciones contables del restaurante. Una vez que el cajero comienza a emitir el cheque de consumo ocurre que:
  • Se rebajan en su totalidad las materias primas consumidas por el cliente, lo que incrementa los costes.
  • Inseguridad de poder hacer efectivo ese cobro al instante o la duda de si se convertirá en una cuenta por cobrar a corto, mediano o largo plazo.
Y cuando este cheque es entregado al cliente, se está:
  • Creando seguridad y confianza entre el cliente y el restaurante.
  • Un ambiente de respeto al detallarse cada uno de los consumos, con sus correspondientes cantidades y precios.
  • Un medio para que el cliente pueda justificar los gastos en que incurre (sobre todo para los que emplean una cena o almuerzo como medio para concretar un negocio)
¿Qué pasa cuándo el cliente realiza el pago?
Si el cliente paga en efectivo, este se convierte en un ingreso inmediato, pero puede darse el caso que el pago se produzca a través de:
- Tarjeta de crédito o debito
- Cheques de viajeros
- Cheques de empresa o personales
- Vouchers
Si el pago se produce de esta forma, el restaurante aún no podrá declarar el cobro realizado como ingreso, hasta tanto no se produzca la transacción bancaria correspondiente, la cual puede ocurrir en el día o no. También puede darse el caso, y es ahí donde también el cajero juega un papel importante, de que el medio de pago empleado por el cliente sea fraudulento, por tanto si este profesional no está adiestrado en la verificación de la autenticidad de cada uno de los medios y formas de pagos existentes, el cobro no se convertirá en efectivo y por tanto se incurrirá en una perdida dentro del negocio.
 
El cliente se retiró y….
 
Ha ocurrido ya. El cliente solicitó un servicio, el cual fue ofrecido según los estándares establecidos, en el tiempo y con la calidad requerida, satisfaciendo esa necesidad o deseo por la que el cliente escogió el restaurante; pero una vez que que paga, el cajero comienza todo un proceso de conciliación de las operaciones que se han realizado durante el día para poder determinar cuánto se recaudó, desglosando por tipo de moneda y formas de pago los mismos; reflejando y rebajando de los inventarios todos los productos que intervinieron en las distintas elaboraciones, determinando las existencias físicas de materias primas disponibles y las necesidades de abastecimiento para el siguiente día.

Por eso me atrevo a decir que cuando el cliente paga, es que comienza el trabajo en el restaurante, sobre todo para los que se encargan de su gestión, porque no sólo basta con atender adecuadamente a esa persona en el poco tiempo que está compartiendo un momento importante de su vida, sino que, y gracias al trabajo del cajero y toda la información que genera, se pueden determinar las acciones a seguir para que cuando este cliente retorne repita la experiencia.
 
Un mensaje a los administradores de restaurantes
 
No sólo se concentre en garantizar que el servicio de la cocina al salón sea el perfecto, sino también preste atención a que cada operación que se realice sea correctamente asentada en el medio que usted tiene disponible, porque es él quien le podrá decir en detalles qué hacer para poder crecer. Prepare a las personas en las que usted confía para que cada vez que se produzca una venta, esta deje una huella de cómo, cuándo fue para que pueda tomar las mejores decisiones siempre que sea necesario.

Un mensaje a los cajeros
 
Usted puede llegar a convertirse en el corazón del restaurante. Actúe con transparencia, sea leal a su trabajo; no permita que el acto de manipular con dineros le alimente la ambición. Recuerde que, su trabajo une, pero también diluye y si usted se equivoca, en su contra o a su favor, se está traicionando usted mismo.

¿Cuándo se inventó la caja registradora?

La primera caja registradora fue inventada por los hermanos James (Dayton, Ohio, 1837 - 1918) y John Ritty, en 1879. En 1878, James viajó a Europa en un vapor. En el barco se interesó por el mecanismo de conteo de revoluciones de la hélice propulsora. Ello le hizo pensar en un mecanismo que registrara las ventas en un salón que poseía en Dayton llamado “the Pony House”.

El primer intento fue un total fracaso. Se parecía a un reloj con teclado. Las manecillas indicaban dólares y céntimos en lugar de horas y minutos. El segundo no era mucho mejor. Pero el tercero se comercializó. John lo había mejorado agregándole un rollo de papel de modo que pudiera registra la venta de los empleados. La registradora tenía un perforador que abría huecos en columnas separadas invisibles correspondientes a dólares o céntimos. Por ejemplo, si el papel tenía tres perforaciones en la columna de dólares y siente en la de céntimos, la venta había sido $3,07. A la registradora la llamaban el Incorruptible Cajero de Ritty y se vendía por $50. La máquina carecía en aquel tiempo de campana y gaveta, ni tampoco daba recibo.
 
La empresa de los Ritty se llamaba originalmente National Cash Register, pero en 1882, luego de una reestructuración su nombre cambió a National Manufacturing Company.
 
En 1884, John Henry Patterson (1844 - 1922), un graduado del Darmouth College, propietario de un negocio de carbón y una tienda al detalle, compró la compañía de los Ritty cuando ésta estaba en franca decadencia (de hecho, la decisión de Patterson fue considerada inicialmente una broma) por $6.500. Patterson le devolvió el antiguo nombre de National Cash Register.

Aparte de modificaciones fundamentales a la caja registradora (gaveta, recibo, exhibición, campana, totales por departamento, etc.), Patterson introdujo en su empresa novedosos métodos de gerencia y tuvo especial cuidado en el entrenamiento de su fuerza de ventas.

¿Cómo lo hizo? Pues creando unas cuantas novedades en los métodos de venta. Asignó a los agentes comerciales territorios exclusivos, para cumplir su meta de una registradora por cada 400 ciudadanos. Estableció un sistema de puntos sobre las ventas (en el mismo plan que muchos comercios de hoy), con cuotas mensuales y anuales. Se fundó el Club de los Cien Puntos y se premió a los mejores vendedores. Patterson impulsó también la publicidad, formó a sus vendedores y creó un manual de ventas.

El éxito de su gestión, que duró hasta su muerte, se verifica en el hecho de haber llegado a ser su empresa, primero la National Cash Register Company, luego la NCR Corporation, una de las empresas líderes en informática. Ello muestra que en relación a informática no sólo cuentan los desarrollos tecnológicos sino las relaciones comerciales. En los manuales de Patterson se puede leer un ejemplo que puede servir aún en nuestros días. El manual muestra los cinco dedos de una mano para ilustrar los cinco puntos siguientes:

Las transacciones ordinarias de un día con sus clientes pueden ser agrupadas en cinco clases, de este modo: 
  1. Vende mercancías en efectivo.
  2. Vende mercancías a crédito.
  3. Recibe dinero a cuenta.
  4. Paga en efectivo.
  5. Cambia una moneda o un billete.
 
En 1911 la compañía vendió un millón de unidades (359 en 1884); en 1922, dos millones. En 1921 salió al mercado la Clase 2000, llamada la Madre de la Máquinas. Proporcionaba 30 totals.
 
Luego de la compra de la Ellis Adding and Typewriter Company en 1929, NCR produjo la Clase 3000, la cual agregaba una descripción de la entrada al registro numérico. A la máquina original de la Ellis se le había agregado motor eléctrico en 1911. Se dice que hasta alrededor de 1980 había máquinas Clase 3000 funcionando; pocas, eso sí.
 
El diario The Saturday Evening Post lo dijo muy clarito: “Patterson cambió a los vendedores de olor a puro y a whisky en una nueva raza de hombres”. Una revista llegó a calificarlo como uno de los mayores empresarios americanos.

Calidad Vs Supercalidad. Aprender a poner límites

Desde hace algún tiempo he podido percibir como el concepto de calidad es mal interpretado o aplicado en algunas organizaciones y por consiguiente, lo que se creía que debía tener un alto impacto en los resultados económicos y financieros, fundamentado en los aportes que se hacían al producto y que superaban las expectativas de clientes y público en general, ha sido todo lo contrario y más bien ha conducido a que se incurran en altos costos.

Por esta razón, y sabiendo que este es un tema delicado, abordado con bastante frecuencia en distintos espacios y reformulado constantemente, me arriesgo expresar algunas ideas que, a mi modo de ver, podrán esclarecer esos falsos conceptos o mitos y le permitirán a usted, estimado lector, identificar cuándo poner límites.
 
El cliente de hoy, con muchos medios a su alcance para poder experimentar sensorialmente nuevas experiencias han generado que se produzcan cambios en los servicios, a los cuales, no todos somos capaces de responder adecuadamente, y asumimos que enriqueciendo las ofertas o agregándoles nuevos valores resolvemos el problema y he ahí el primer y único dilema: cuándo, cómo, para quién y qué cambiar.
 
La renovación de ofertas, equipamiento, personal (a través de la capacitación) viene a constituir de por sí una necesidad de toda organización para poder mantenerse competitiva,  y por supuesto que todo cambio que se genere dentro del restaurante tributa a que la calidad, la famosa calidad de la que tanto hablamos, se vea multiplicada, pero mi mensaje va hacia aquellos que quieren aportar más de lo que se espera y magnifican el concepto de calidad por Supercalidad.
 
La supercalidad
 
Ofreceré mi concepto personal, visto desde dos ángulos:
 
El primero es que algunos la conciben como la forma de ofrecer productos con muchos valores no esperados por el cliente y deseados o aspirados por ellos, que ponen a la organización en ventaja con la competencia y les posibilita el poder imponer precios que van a ser aceptados y, consecuentemente, obtener beneficios planificados a partir de la supersatisfacción del cliente.
 
El segundo es que  algunos la conciben como la adición de atributos al producto que no necesariamente son esperados por el cliente, pero tampoco deseados y a los que les imponen precios que hacen sentir timados a los clientes y aunque se obtienen beneficios, lejos de satisfacer provocan la insatisfacción y con ello la pérdida de los mismos.
 
Ahora que me he expresado, expongo la definición de Christian Grönroos en su libro "Marketing y Gestión de Servicios" publicado a mediados de los '90.
 
La supercalidad no es tener una mejor calidad... es desperdiciar los recursos de la empresa y, peor aún, desestimular a los accionistas para seguir trabajando en calidad, fomentando la falsa creencia de que "la calidad es cara".
 
Y plantea cuatro aspectos o medidores que definen a la calidad:
  1. Si la calidad experimentada es menor que la esperada, el cliente se encuentra en una situación de "calidad negativamente confirmada" (mala calidad)
  2. Si la calidad experimentada y la calidad esperada son iguales, estamos en una situación de "calidad confirmada" (calidad aceptable).
  3. Si la calidad experimentada es mayor que la calidad esperada, se llega a una situación de "calidad positivamente confirmada" (buena calidad),
  4. Si la calidad experimentada supera ampliamente a la calidad esperada, se llega a una situación de "supercalidad"
Y plantea nuevamente que la supercalidad no es más que  un nivel de calidad demasiado bueno para ser justificable, y eso es muy cierto, pero donde estriba, verdaderamente el gran problema es en que a veces se intensifica el nivel en productos o servicios basados en la apreciación de los administradores y no del estudio coherente y simétrico de las necesidades y expectativas de los clientes, y por consiguiente, estos perciben tales excesos y los asocian al precio del producto y/o servicio, conduciendo esta interpretación a reacciones como:
 
El cliente acepta el precio y sigue con la tradición de consumos. Este tipo de cliente de por sí, es un cliente que está dispuesto a pagar cualquier precio por recibir el servicio en este restaurante. Generalmente no son muchos los clientes de este tipo o los restaurantes que en la actualidad pueden darse ese lujo, pero existen porque han creado una marca de prestigio y porque cuando ocurren esos cambios el cliente los ve como una renovación.
 
El cliente no acepta el precio pero sigue con su patrón de consumos, no considerando la oferta que lo implica. Son generalmente clientes que acuden al restaurante para satisfacer su necesidad biológica, generalmente estudiantes y trabajadores, que no están dispuestos a pagar el nuevo precio del producto, por lo que reorientan sus pedidos hacia otras ofertas que estén en los límites de su presupuesto, manteniendo el resto de las actitudes con el restaurante.
 
El cliente asume el nuevo precio pero establece nuevos patrones de consumos, fundamentalmente a los asociados a tiempo y cantidad. Este tipo de cliente es de lo que se mantienen fiel al restaurante, aceptan el precio impuesto por la organización, pero dada su capacidad de pago, se ven obligados a reestructurar sus horarios de visitas y de consumo.
 
El cliente no acepta el precio y cambia de restaurante. Este es el tipo de cliente que asocia al restaurante por el precio de las ofertas, y cuando ocurre un cambio es incapaz de asimilarlo, porque no existe fidelidad.
 
Parece todo un trabalenguas, pero ciertamente si miramos lo anterior podemos inferir que en los tres primeros niveles el restaurante cuenta con una clientela fiel que puede estar o no satisfecha pero valora otras cualidades del restaurante, las cuales deben ser meticulosamente analizadas y conservadas o de lo contrario podrían al corto plazo trasladar a este grupo de clientes hacia el cuarto nivel y comenzar un proceso de deterioro comercial.
 
Yo en lo personal, siguiendo mis instintos y para ser reproductivo de la definición que nos ofrece Grönroos, me apoyo en una representación, muy personal, de lo anterior en una matriz que he denominado Matriz de las Percepciones, pues en ella confluyen, como su nombre lo indica, las percepciones de los clientes en cuanto a lo que se desean y a cómo perciben lo que se les oferta, pero a diferencia del maestro, yo incluyo un nivel intermedio, donde concurren las expectativas y la experiencia en tres nivele: alto, medio, bajo.
 
Aclaro que estos niveles de clasificación que establezco, parten de algo que he comentado en aquellos artículos donde expongo los diversos métodos cuantitativos, fundamentalmente aquellos que abordan la temática logística, y que están asociados a cómo el restaurante ofrece, cómo lo entrega y cómo lo percibe el cliente, lo cual facilita el cálculo del nivel de servicio tomando en consideración diversas variables que son escogidas por el restaurante.
 
MATRIZ DE LAS PERCEPCIONES DE LOS CLIENTES
Fuente: Elaboración propia.
 
Si observa, la anterior matriz, podrá ver que, independientemente del nivel de expectativas, la organización puede estar en condiciones de ofrecer, de acuerdo a las percepciones del cliente altos niveles de calidad o muy bajos niveles; por tanto lo anterior me permite confirmar la teoría de que la definición de calidad por parte de los clientes tiende a ser subjetiva, nótese que cuando las percepciones y las expectativas son bajas el concepto de calidad es buena, según el criterio de Grönroos, sin embargo la propia organización puede denotar esta cuestión como una incapacidad para distribuir adecuadamente los recursos y desplegar sus capacidades en función de los clientes.
 
Asimismo el restaurante está en condiciones de poder, una vez determinado los distintos niveles de expectativas y percepciones, sus segmentos de mercado y establecer acciones para cada uno de ellos, tomando siempre como premisa que no debe basarse en que los hábitos y costumbres de los clientes pueden ser cambiados, sino que son ellos los que promueven el cambio, y es ahí donde la organización puede ajustar su pasado, tomando en consideración las experiencias del presente y visionar el futuro.
 
En el restaurante.
 
Un ejemplo clásico del impacto para la organización del supuesto criterio de la Supercalidad viene a ser el siguiente caso, que fundamento a partir de la experiencia adquirida mientras impartía la asignatura Administración Estratégica a un grupo de estudiantes de Contabilidad y Finanzas.
 
Uno de los contenidos a abordar era el de cómo crear valor a los clientes y cómo para la empresa, y muy sabiamente, el colectivo de autores de la literatura que se disponía para el estudio de la misma incluía un caso de estudio que espectacularmente ejemplificaba lo anterior. Voy a intentar un poco que adaptarlo a la actividad gastronómica, para que se comprenda la esencia del mensaje que en él se quiere trasmitir.
 
Sucede que:
 
Una pizzería ofrece menús para niños, sirviendo el contenido de la oferta en unos platos de polietileno color rojo, combinado ello con dibujos de diversas frutas. Resulta que los padres de los niños han sugerido que, independientemente de que las ofertas eran de aceptación de sus hijos, debían ser servidas en otro tipo de recipiente, y ello lo justificaban con que el color y los dibujos atraían la atención de los niños, muchos de ellos los masticaban y hasta tragaban ocasionando desajustes estomacales.
 
La administración del local se dio a la tarea de realizar los cambios necesarios y para ello decidió diseñar una base para la oferta que fuera comestible, y para ello diseñó un plato a base de masa de hojaldre, de este modo, según el criterio de los expertos del lugar, los padres debían despreocuparse de si los niños se comían o no los platos, pues no les haría daño.
 
Igualmente la administración, en su concepto sobre la calidad, definió que este era un súper producto y por tanto estaban ofreciendo un plato de supercalidad y decidió incrementar su precio, pues según los estudios de las ventas era un plato altamente popular y pagarían por él.
 
Hágase entonces, estimado lector, las siguientes preguntas:
1. ¿Era este tipo de cambio lo que pedía el cliente?
2. ¿Estaría dispuesto a pagar el nuevo precio?
Si analizamos lo anterior, podemos observar que existía una necesidad manifiesta para un segmento de mercado (el de los padres) que satisfechos con la oferta sentían preocupación por el impacto que el contenedor donde se servían los alimentos pudiera causar en sus hijos.
 
A partir de que es de conocimiento del administrador, la organización vio una posibilidad de mantener a este tipo de clientes y también de aumentar sus beneficios. Para ello desarrolla una propuesta que desde su perspectiva daría respuesta a esa necesidad y la desarrolla, pero enfocando dicha solución hacia la actividad económica fundamentalmente y no hacia el sector clientes, imponiendo un precio superior al que estaban acostumbrados a pagar éstos, por lo que los ingresos disminuyen y se pierden clientes.
 
Moraleja: la solución no está en dar la respuesta que mejor se cree, sino en saber responder a lo que el cliente necesita y en este caso era algo tan sencillo como cambiar el plato de polietileno por uno plástico o de cerámica.
 
Estimado administrador, aquí les dejo mis recomendaciones. No las tome al pie de la letra,  solo valore y decida, porque es usted quien sabe más de su negocio y sus clientes, yo sólo le propongo el camino a transitar:
1. Tenga en cuenta la opinión de sus clientes, pero tome en consideración también la de sus trabajadores y combínelas a ambas, eso le permitirá tomar importantes decisiones.
2. No pretenda creer que incrementar valores a sus ofertas siempre van a causar un efecto positivo en los clientes. A veces ellos ven esos cambios como la justificación para cobrarles más por algo que ellos no han pedido y reaccionan.
3. Presupueste la calidad. Priorice dar lo mejor que usted tiene con lo que tiene y no dar más de lo que puede.
En fin, es un tema complejo como dije al inicio, pero controversial, debatible, así que me despido esta vez recordándole que es usted el decisor, si se equivoca sabrá remediarlo, si triunfa, sabrá hacia dónde mirar.

La consultoría del restaurante. ¿Cuándo se hace necesaria?

Todo ha cambiado entre nosotros, excepto nuestra forma de pensar
Albert Einstein
 
La gestión gastronómica se ha vuelto vulnerable, ya no basta con ser un especialista en temas de servicios para que surjan contratiempos a los que no sepamos darle solución sin la ayuda de un experto. Los conocimientos de ayer no son suficientes para enfrentar los problemas de hoy, y es que florecen cada día cientos de miles de instalaciones gastronómicas en diferentes formatos y tamaños que, a veces, hacen imposible mantener actualizada una lista; pero que, conociéndolos o no, constituyen una amenaza a nuestros resultados económicos y financieros, porque lujosos, pequeños, grandes, ya dije, en cualquier formato, se convierten en competencia y hay que tomarlos en cuenta.

El propio hecho de estar expuestos a un mismo ambiente durante horas y horas no nos permite, en muchas ocasiones, darnos cuenta de aquellos problemas que comenzaron siendo insignificantes pero que con el paso del tiempo adquieren intensidad como huracanes, y para poder mitigarlos se requerirán de grandes recursos que tal vez no hubieran sido necesarios si los hubiésemos detectados a tiempo.
 
El propio concepto de eficiencia económica ya no sólo comprende aquellas variables tradicionales como el costo, los ingresos o consumos de clientes, sino que incluye otras que antiguamente sólo se consideraban como metodológicas y algunas que han ido surgiendo al calor del desarrollo social y tecnológico y que contribuyen a crear valor a la organización, convirtiéndose en fuente fundamental para que los primeros puedan trabajar al nivel deseado; así por ejemplo podemos hablar de calidad, procesos, sostenibilidad, sustentabilidad, gobernabilidad, medioambiente, entre otras, que permiten a las empresas obtener una visión más integral del negocio y, consecuentemente, establecer acciones que conduzcan a que ese concepto de eficiencia se adapte a la realidad del momento e impacten en su principal objetivo: el cliente.
 
Rara vez un consejo se acepta con gusto, y quienes más lo necesitan son los que menos quieren recibirlo
Philip Dormer
 
Hace unos años, mientras me formaba como administrador de negocios me llamó mucho la atención la heterogeneidad del grupo en el que me encontraba, creo que ninguno de mis compañeros sabía de gastronomía como yo tampoco sabía de aeronáutica ni metalurgia. Cada uno provenía de distintos sectores, eso nos hacía diferentes, pero al mismo tiempo, el propio hecho de estar recibiendo los mismos contenidos, aunque su aplicación posterior tuviera distintos destinos, nos hacía iguales.
 
Recuerdo que se nos asignaban tareas por grupos sobre temas específicos en el que debíamos abordar nuestras experiencias personales y ello nos obligaba ha aprender lo que quizás nunca fue de interés para nosotros o no creíamos útil para nuestro desempeño profesional, o tal vez era totalmente desconocido, sin embargo, estos encuentros de “tercer tipo” como acostumbré a llamarlos, son hoy una fuente importante de trabajo para mi, pues he podido adaptar y aplicar teorías e instrumentos de mucha utilidad para el sector y que de no haberlas intercambiado no hubiese conocido.
 
Expongo esta experiencia porque muchas veces los administradores discriminan conocimientos que están a su lado, por el sólo hecho de creer que no les son de utilidad o por no preguntar. Y es que en un restaurante convergen muchas profesiones que tributan a un mismo objetivo: higiene, cocina, logística, contabilidad, recursos humanos, etc. En cada una hay especialistas, personas con un dominio de lo que hacen, pero que no necesariamente tiene porque saber de lo que sabe el otro. Es como la construcción de un edificio, donde todos asumen roles diferente pero que luego se conjugan y permiten levantarlo. En la diversidad se puede encontrar la igualdad.
 
Con lo anterior solo quiero expresar una primera idea y que para mí es fundamental: antes de recurrir al exterior, mire primero al interior. Tal vez lo que usted necesita esté ahí, a solo unos metros. Y es que, para los que de alguna manera ofrecemos nuestros servicios para la solución de problemas, tenemos que ser honestos con nosotros mismos, pues aunque cualquier trabajo, sin importar su dimensión, nos tribute algún beneficio monetario, nuestra reputación y prestigio está por encima de todo bien económico y no es ético que sabiendo que dentro de la propia organización está la persona que puede resolverlo, asumamos ese rol.
 
Las dos caras de una moneda
 
Si bien es cierto que no siempre tenemos porque saberlo todo, cierto es que debemos ser totalmente receptivos y reconocer que no sabemos de algo; eso no nos demerita ni nos hace incapaces, al contrario, nos hace más concientes y comprometidos con los resultados que aspiramos a obtener en nuestra organización. El saber que carecemos de algo y que no sabemos cómo enfrentarlo es el punto de partida para que busquemos alternativas de solución dentro o fuera de la organización.
 
Lo anterior me obliga a que aborde el tema desde dos perspectivas: la primera como profesional del sector y académico y la segunda como Consultor. Es bastante complejo desdoblarse, es como actuar en una serie de televisión y hacer dos personajes a la vez, pero lo intentaré.
 
En el titulo del presente hay una pregunta: ¿Cuándo se hace necesaria la consultoría a un restaurante?, y dar respuesta a ello es mi objetivo.
 
Miles pueden ser las razones que lo motiven a contratar servicios de consultoría. Pero si bueno es contar con la evaluación de un agente externo, que tal vez consiga ver un poco más allá de lo que diariamente usted hace, puede llegar a crear una dependencia a ello. Hay que estar consciente de que la solución al problema que se presenta, o la idea de lo que se quiere implementar en el futuro, requiere más que los tradicionales trabajos de asesoramiento contable, fiscal, laboral o auditoría; por tanto, usted debe evaluar internamente cuál es su problema y buscar tantas variantes de solución como le sean posibles para, entonces, poder llegar a definir si es necesario contratar a un consultor o no, de lo contrario usted estará regalando su dinero por algo cuya solución está dentro de la organización.
 
Es común, y en otros artículos he llamado la atención sobre esto, que el gerente o dueño del negocio se concentre más en las actividades operacionales que en aquellas de índole organizativo, atribuyéndoles mayor valor a las primeras, dado a ese pensamiento obsoleto de que la garantía del éxito la define el servicio. Lo anterior hace que se produzca una gran dependencia de los subordinados a la dirección, limitando la ejecución de procesos sin el consentimiento o aprobación del directivo y como consecuencia se produce una robotización de las actividades que impactan en las respuestas oportunas a los momentos de verdad que se producen en el servicio.
 
La poca atención a áreas estratégicas como la comercialización, finanzas y operaciones (compras, aprovisionamientos, selección del personal, entre otras) producen una malformación congénita en el restaurante, que pueden prevenirse sin la ayuda de un consultor, siempre y cuando el directivo sepa interpretar adecuadamente cómo implementar los mecanismos para generar la información oportuna que le permita tomar decisiones en el momento indicado. 
 
Una experiencia que he podido vivenciar, y es algo que sugiero a los restauranteros, es la de evaluar dentro de la propia organización a aquellos empleados que, por su experiencia y dominio de la actividad que ejecutan, puedan convertirse en asesores (consultores internos o individuales) de la dirección. Esta práctica que no es muy frecuente tiene un doble impacto, primero porque el trabajador se siente reconocido y, segundo, porque ese propio reconocimiento lo compromete a trabajar por validar sus propias sugerencias.
 
Esto tampoco es algo que pueda hacerse así de simple, muchos expertos a los que he consultado al respecto son de la opinión de que no sólo es suficiente la experiencia práctica, la cual llega a dominar a la teoría, sino que, para que pueda ser mucho más efectiva, también demanda de una personalidad (de carácter) que debe ser monitoreada a través de la observación y de test psicométricos (existen muchos, pero uno muy antiguo pero efectivo es el 16PF). Estos asesores o consultores individuales son muy útiles cuando no es necesario un equipo de personal para poder identificar y proponer soluciones, cuando lo que se quiere implementar o medir no demanda del apoyo profesional externo y sobre todo cuando la experiencia y las calificaciones de esa persona son compatibles con los requisitos que se exigen.
 
Esbozando ideas y definiendo roles
 
Para sintetizar ideas, a continuación expongo algunas que me han sido de mucha utilidad y que llegan a definir cuándo contratar a un consultor externo. Pero antes definamos lo que es un consultor y las diferencias entre una auditoria y un consultoría, términos que frecuentemente son confundidos:
 
Auditoria: la palabra auditoria viene del latín AUDITORIUS, y de esta proviene auditor, que tiene la virtud de oír, y el diccionario lo considera Revisor de cuentas colegiado pero se asume que esa virtud de oír y revisar cuentas está encaminada a la evaluación de la economía, la eficiencia y la eficacia en el uso de los recursos, así como al control de los mismos. Se considera como una técnica de control, dirigida a valorar, el control interno y la observancia de los Principios Profesionales de Contabilidad Generalmente Aceptados. Comprende un examen independiente de los registros de contabilidad y otra evidencia relacionada con una entidad para apoyar la opinión experta imparcial sobre la confiabilidad de los estados financieros.  
 
Consultoría: la consultoría no sólo comprende los elementos que evalúa la auditoria, sino que traspasa las fronteras del control contable, asumiendo con su know-how cuestiones que van desde la estrategia del negocio hasta los recursos humanos pasando por el outsourcing, la gestión del cambio o la mejora del rendimiento operacional a partir de contar con los conocimientos específicos y prácticos del sector en el que desarrollan en el trabajo.
 
Mientras que el auditor busca comprobar el cumplimiento de las disposiciones legales referentes a la gestión administrativa y financiera mediante la comprobación de la legitimidad y veracidad de los documentos de carácter primario, determinando el grado de correspondencia entre la evidencia de lo ocurrido en realidad y los informes presentados, el consultor explora, diagnóstica, platea soluciones, interviene, evalúa, tutora y facilita con su experiencia y los resultados de sus investigaciones a que la empresa logre hacer realidad sus aspiraciones.
 
Beneficios de una consultoría
  1. El precio por el servicio de consultoría es inferior a lo que puede costarle a empresa desarrollar los conocimientos de forma independiente.
  2. El trabajo se desarrolla en conjunto. Cliente y consultor tienen un mismo fin y se aprovechan de ambas partes las habilidades esenciales.
  3. Se transfieren conocimientos
Barreras mentales
 
Son seis los aspectos que un gerente llega a evaluar  y que vienen a constituir barreras a la hora de contratar una consultoría:
  • Que no necesita ayuda.
  • Que es sólo es necesaria en situaciones extremas.
  • Que un agente externo no comprenderá la esencia de su negocio.ç
  • Que no siempre dispone del tiempo para dar respuesta a los cuestionamientos de los consultores.
  • Que es un servicio caro y
  • Que ese trabajo lo puede hacer cualquier directivo de la empresa
Lo anterior demuestra el escepticismo y el recelo con la que son vistas las empresas consultoras. La mayoría de las veces los éxitos que alcanzan grandes empresas no son ameritados a la gestión de una empresa de este tipo; sin embargo, cualquier fracaso es difundido inmediatamente.
 
El pasado cuenta, el presente se vive, el futuro se planifica. Razones para evaluar cuándo es necesaria una consultoría
 
La gestión tradicional de restaurantes ya es un mito, ya no basta con un buen menú y un servicio de excelencia si no se trazan estrategias para mantenerse competitivos, si no se actúa a la par de los cambios que vienen ocurriendo sociales, económica y tecnológicamente. Lamentablemente no siempre podemos percibirlos ni sabemos cómo enfrentarlos y esas estrategias que se han diseñado en un papel difieren mucho de lo que en realidad se pone en práctica. La realidad de hoy es que se están produciendo reducciones de personal motivados por la crisis que se vive en el mundo y esto obliga a que con menos recursos se sigan desarrollando las mismas tareas. Y es aquí donde comienza un gran conflicto, pues se fusionan roles y ellos demandan conocimientos.
 
Cuando el gerente no domina cuestiones tan sencillas como analizar e interpretar un estado financiero, o constantemente hay que explicarle el significado de las cosas, comienzo a preocuparme, porque no es la consultoría la solución ideal sino la capacitación o el reemplazo de este directivo.
 
En este sentido soy de la opinión personal que existen señales de alerta que nos guían hacia cuándo es necesario contratar a un consultor, yo las he definido en grupos de advertencias que primero me remiten a la solución interna y luego a la externa. De este modo llego a comprender cuándo la consultoría es necesaria o cuándo esos problemas son por falta de control.
 
Insisto que, aunque en el transcurso de este artículo lo he enfatizado, soy de la opinión de que usted no tiene porque saberlo todo, pero eso no es motivo para estar pensando constantemente en contratar los servicios de consultoría. No obstante, existen principios básicos que son imprescindibles y que define la capacidad de gestión de la organización y que si deben ser del dominio de la persona encarga de la instalación y que requieren que sean monitoreadas con frecuencia:
 
La primera de ellas está asociada a la contabilidad. La empresa debe contar un plan de contabilidad implementado, donde se definan cada una de las operaciones que deben ser y cómo deben ser registradas. Dentro de este grupo se encuentran las partidas de costos y gastos. Cuando se presentan incongruencias en los estados financieros, pueden ser resultados de la contabilización inexacta de las operaciones diarias, por tanto la primera señal de advertencia viene a estar condicionada a la existencia o actualización de ese plan contable y su correcta implementación. La solución inicial está dentro de la organización, si ella no es capaz de dar respuesta o solucionarla CONTRATE A UN CONSULTOR.
 
La segunda está asociada a las acciones de comercialización. Cuando se pierden clientes muchas pueden ser las razones. Usted debe evaluar a la competencia, buscar, idear nuevos métodos y procedimientos para atraerlos, revisar la existencia de un plan de comercialización o marketing para garantizar la supervivencia y crecimiento empresarial dentro del mercado. No obstante, la mayoría de los problemas no radican ahí sino en la proyección de venta que son realizadas de forma mecánica, apoyándose en resultados antiguos que no toman en consideración la realidad que se vive, por eso se generan grandes preocupaciones cuando son comparados los resultados reales con los planificados. Si usted no sabe proyectar ingresos. CONTRATE A UN CONSULTOR.
 
Y la tercera y última está asociada a las operaciones: Cuando el restaurante quiere adoptar un nuevo concepto o incorpora una nueva tecnología o software, entre otras y no se cuenta con el know how para hacerlo, no vacile: CONTRATE A UN CONSULTOR.
 
Sin embargo, estimado administrador, el acto de contratar a un consultor es una decisión seria para cualquier organización, reglas para definir cuándo hacerlo no existen, exponer ideas llega a ser subjetivo porque no todos los restaurantes operan en las mismas condiciones, pero si buscan los mismo objetivos, es por esa razón que mi sugerencia va destinada fundamentalmente a el análisis individual de los problemas y las respuestas que se pueden derivar de ellos en correspondencia con la capacidad y los recursos disponibles, pero de algo si estoy seguro es que cuando recurrimos a un consultor es porque se nos ha vendido la idea de que podremos obtener la información necesaria, la asesoría oportuna para poder conseguir nuestros objetivos.
 
Resumiendo puedo decirles que la mayoría de las empresas gastronómicas consideran que la consultoría es necesaria cuando:
  1. Se quieren elaborar y ejecutar apropiadas estrategias y planes de acción, por actividad y conjuntos para el supraproceso de servicio de alimentos y bebidas.
  2. Efectuar, conducir y controlar en su marco de acción ventajosas contrataciones, merchandising, ventas y benchmarking, lo que incluye el diseño e implementación de un plan de marketing y de comunicación.
  3. Monitorear el entorno y el recibimiento, servicio y salida de clientes, con enfoque sistémico, de manera que se impidan restricciones en el flujo del proceso.
  4. Elaborar, documentar costear y definir precios a originales, novedosas y atractivas ofertas y recetas de alimentos y bebidas.
  5. Evaluar cómo se cumple con todas las disposiciones existentes acerca de la gestión higiénica sanitaria, medioambiental y del turismo sostenible.
  6. Diseñar e implementar un sistema de control interno
  7. Diseñar, implementar y controlar el plan contable del restaurante
Mi consejo personal es que sea ambicioso y cuando quiera contratar a un consultor no lo haga por cosas pequeñas, piense en grande y aproveche todo el know how que se pone a su disposición, para que el efecto de esa consultoría tenga un impacto al corto y largo plazo.